El miedo a ser rastreado a través de microchips implantados en nuestros cuerpos ha existido por años. La teoría de conspiración que se ciernen sobre las vacunas COVID-19 es que los chips permitirán al gobierno y a las corporaciones vigilar a las personas que reciben la vacuna. Este mito es falso. No hay ningún microchip que pueda ser inyectado con la vacuna COVID-19, ya que esa tecnología no existe. Es más probable que sea rastreado por medio de su teléfono.
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